Para arrancar con todo el 2016, Olé reunió a los últimos tres enganches del Ciclón: Gorosito, Silas y Romagnoli. "El Pipi es el máximo ídolo", dicen los históricos. "Me volvía loco viéndolos jugar", devuelve el capitán. Encuentro de ida y vuelta.

Caño, taquito, chilena y tablón... Un living en Boedo se transforma de golpe en un desparramo de fútbol. El baile de la gambeta entre mesas y sillas mesas. Carcajadas, anécdotas y abrazos afectuosos por el reencuentro. Tres glorias, tres ídolos, tres generaciones de cracks unidos para Olé . Trío de enganches, de ésos que dicen que ya no hay, de los que prefieren pensar en vez de correr, esos a los que les sobra técnica, lo que alguna vez todos han soñado ser. Un lujo de pases verbales, de chicanas y folclore entre los últimos tres grandes 10 de la historia de San Lorenzo: Paulo Silas, Néstor Gorosito y Leandro Romagnoli.

El Pipi los mira como un niño que se encuentra de casualidad con Superman. Conoce bien a estos Clark Kent cuervos. Incluso, con Pipo compartió plantel y hasta habitación cuando daba sus primeros pasos en el fútbol grande; pero igual no deja de admirarlos. “Era chico y mi tío me llevaba a la popular, como estaba en Inferiores entraba con carnet de jugador, y me volvía loco viéndolos a ellos, trataba de copiarles la forma de jugar. Son mis ídolos”, tira el 10 actual, el que levantó nada menos que la primera Libertadores de la historia del club. Del otro lado, como para que el más purrete se sonroje, le devuelven la pared con un plus impensado. “Pipi es el máximo ídolo de San Lorenzo. Volvió al club, sufrió un montón de traspiés y a la vez logró muchísimas cosas”, suelta el de los rulos. Mientras que en un portuñol que nunca abandonó, Silas agrega: “Comparto, es el más grande, ganó el torneo más importante de la historia del club y lleva años jugando con esta camiseta. No es fácil llegar adonde Pipi llegó y mantenerse. El en su momento nos miraba a Pipo y a mí, y ahora los que vienen atrás lo miran a él”.

Claro, el paso del tiempo dejó anécdotas inolvidables entre ellos. “A mí me subieron a Primera cuando tenía 17 años. Debuté y enseguida nos fuimos de pretemporada. Me acuerdo que fuimos a Mar del Plata y Mendoza. Cuando llegamos al hotel, me pusieron en la habitación con Pipo. No lo podía creer, para mí era algo muy loco, algo que había soñado toda mi vida. Lo había vivido como hincha, desde la tribuna, y de repente lo tenía durmiendo al lado. Siempre que nos encontramos nos acordamos de eso”, cuenta Romagnoli, sin pudor. “En aquella época era igual que ahora, de perfil bajo, callado, respetuoso. La mamá, el papá y el tío fueron muy importantes, lo acompañaban a todos lados. Y como futbolista qué puedo decir: tremendamente desequilibrante en los mano a mano. Me acuerdo de que cuando nos tocaba jugar juntos yo me tiraba atrás y se la daba a él para que encarara, se hamacaba y pasaba como si los rivales fueran conitos. Marcaba mucho la diferencia”, recuerda Gorosito.

Entre los más añejos, también sobran los recuerdos y las flores para repartirse. “Cuando llegó Paulo, yo justo estaba lesionado. Venía jugando él y en un partido entro en el segundo tiempo y hago un gol. La rompimos. Entonces después del partido declaré que podíamos jugar juntos... ¡Para qué! Me agarró el Cai Aimar en la práctica y me recagó a pedos, je. Pero yo era más de armar, más cerebral y Paulo era más desequilibrante y tenía una pegada tremenda, Podíamos jugar juntos”, tira Pipo. El brasileño también desempolva su historia: “Nosotros veníamos de ser campeones con el Bambino y llegó Pipo, entonces yo agarré la 10 y le dije ‘tomá’ y empecé a jugar con la 8. Sabía lo que significaba Pipo para el club y lo que era como jugador, ya lo venía siguiendo en Chile, y yo toda mi vida había jugado con la 8, recién en el Mundial 90 me dieron la 10, así que no tenía problema”. “Ese es un gesto que no tiene cualquiera, venía de ser la figura, de ganar un título. Por eso, más allá de que fueron enormes jugadores, yo de Paulo y de Leandro siempre destaco la humildad que tienen”, cierra Néstor Raúl.

San Lorenzo disfruta de su presente, de la reciente Copa Libertadores, de la Vuelta a Boedo. Se esperanza con lo que viene, con el ciclo de Pablo Guede que arrancará en un par de días. Y ellos tres son parte de San Lorenzo, son el adn más cuervo que hay. Por eso es que también se ilusionan, como un hincha más, y se divierten en la cancha, como Pipi, o disfrutan cuando están en el país (Silas está radicado en Brasil y Pipo firmó contrato para dirigir el Almería de España) de volver a calzarse la azulgrana en el torneo de Senior. “Me alegra ver el momento que atraviesa la institución, no sólo por los títulos que ha logrado sino también por el crecimiento de estos últimos años”, destaca Paulo. Mientras que Gorosito no se queda atrás: “El momento que vive el club es espectacular. Es importantísimo que todo esté ordenado y en funcionamiento es clave para conseguir los objetivos deportivos”. Y sí, los tres esperan que el 2016 arranque de 10...

Olé

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