Leandro Atilio Romagnoli se convirtió en una Personalidad Destacada del Deporte, aunque para el pueblo sanlorencista está mucho más allá de un reconocimiento a nivel nacional.
Quedó lejos en el tiempo pero inmortalizado su debut con la camiseta del Ciclón, de la mano de Oscar Ruggeri en el año 1998 ante Racing cuando a penas era un pibe, ese chico que soñaba algún día llegar a jugar en la Primera de San Lorenzo.
Pasaron muchos momentos: buenos, malos, gambetas, lujos, goles, copas… Cuantas sonrisas dibujó el muchacho de Villa Soldati en los rostros de miles de cuervos que nos deleitamos con sus quiebres de cintura y su espíritu aguerrido representando a muerte la casaca que algún día supieron defender grandes jugadores como Telch, Villar, Scotta, Veira y tantos otros, y hoy el Pipi se codea con ellos en el salón de las glorias del Ciclón.
Integró y fue un pilar fundamental en el equipo del ingeniero Pellegrini en el Clausura 2001. Después vinieron los dos títulos internacionales, los primeros del club. Ya ahí, el Pipi se había metido en el corazón de los hinchas y entraba en la historia grande de la institución azulgrana. ¡Como olvidar ese golazo que le hizo a Nacional de Medellín en la final de la Sudamericana 2002 cuando se eludió a medio equipo y estampó una genialidad! Sin dudas uno de los mejores goles del crack.
Dio el salto y se fue a Europa, la gente lo extrañó y se impacientaba en cada mercado de pases para que se vuelva a calzar la del Ciclón. Y cuando vino en el 2009… Aparecieron las malas pero el Pipi con el corazón las transformó en anécdotas. Salvando a San Lorenzo, a su querido Ciclón de Boedo, del descenso y dejando el alma en aquel 3-2 frente a Newell´s en el Pedro Bidegain luego de ir perdiendo 0-2 y estando a un paso de irnos a la B.
Lágrimas y más lágrimas, de tristeza y de alegría. Lloramos y nos alegramos junto a él. Nos hizo emocionar con el sentimiento y lo que es capaz de amar una persona a un club, a nuestro club. Dejó todo, jugó con la rodilla rota medio partido y no bajó los brazos jamás. Nos enseñó lo que es defender los colores de esta institución que se hizo más grande por su presencia.
Nada acaba ahí. Luego de mucho sufrimiento, llegó la tan ansiada Copa Libertadores. Con un Pipi que se fue llorando luego de ser expulsado, se puso de costumbre el overol, y con Piatti y Correa como figuras, alzó lo que todo Cuervo soñó por más de seis décadas. Era la estrellita que faltaba y el Pipi tocó el cielo con las manos al convertirse en leyenda y en ser el hombre más ganador de todos los tiempos con cinco títulos, en los 107 años de vida de San Lorenzo.
Con la número 10 en la espalda, pasó los 350 partidos y se convirtió en guía fuera y dentro de las canchas. El ídolo azulgrana siguió haciendo historia dándose el lujo de jugar contra el Real Madrid en la final del Mundial de Clubes. Es verdad, fue nombrado como Personalidad Destacada del Deporte, pero para el hincha del Ciclón, es el hombre ícono del club que la palabra de ídolo ya le quedó demasiado chica. Y el Pipi va por más…
M.A.
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